El tema de liderazgo está presente en todas las organizaciones y desde los inicios, a lo largo de la historia humana, varios líderes surgieron: algunos revolucionarios o conductores y otros devastadores.
Para Chiavenato (2008), “ser líder es el proceso de conducir a un grupo de personas. Es la habilidad de motivar e influenciar a los liderados para que contribuyan de la mejor forma con los objetivos del grupo o de la organización.
Esta habilidad en influenciar y motivar a las personas es el punto clave para las organizaciones, pues esta acción puede ser positiva o negativa, impactando directamente en los objetivos organizacionales.
El liderado es el reflejo de su líder.
En las organizaciones, tanto públicas como privadas, es común el despreparo de los jefes que se autointitulan líderes por estar en la cima de la pirámide.
Sin embargo, este despreparo es mucho más acentuado en las organizaciones públicas, pues los individuos que se colocan en cargos de dirección generalmente son personas que dominan un asun- to altamente técnico o que fueron indicadas para ese puesto sin poseer, sin embargo, perfil alguno de liderazgo.
Sus equipos son conducidos de manera desordenada y no poseen la orientación clara y objetiva de sus actividades, el comando no es comprendido: el jefe cree que palabras altamente técnicas y lindos discursos sobre determinado asunto están surtiendo algún efecto, y después de horas de reuniones el equipo se sale con la sensación, de “Qué es para hacer?”, “Por dónde yo comienzo?”, “Ay, Dios mío, qué trabajo horrible!”. En muchas ocasiones, son demandas simples que podrían ser ejecutadas con eficiencia, eficacia y sencillez.
Estos gestores causan un impacto negativo en las organizaciones pues, como es de costumbre, un equipo desmotivado genera innumerables problemas: alto índice de rotación, constantes conflictos, alto índice de absentismo, falta de integración, ausencia de creatividad, frágil relación entre líder y liderados, entre otros factores.
Desafortunadamente, los individuos con este estilo de liderazgo sólo están preocupados por los resultados y no tienen suficiente discernimiento para entender que el resultado viene a través de las personas, de su equipo. Las únicas cosas que anhelan son su nombre siendo exaltado y su ego inflado.
El gestor líder es totalmente opuesto al “gestor de jefe”, él consigue hacer que las actividades embotadas se convierten en actividades placenteras, él conduce a su equipo con sencillez, su mando es claro y objetivo, él tiene la plena conciencia de que no está en este cargo para envanecer y tampoco para competir con su conocimiento con sus dirigidos. Él pasa confianza a su equipo, es decir, los miembros del equipo se sienten a gusto para preguntar, para no entender, para atreverse, porque saben que no serán ridiculizados.
En el clásico libro de liderazgo El Monje y el Ejecutivo se pueden extraer algunas lecciones sobre cómo ser un buen líder:
1- El líder no está para ser servido, sino para servir, ¡sí! Servir a su equipo, dar apoyo, guiar;
2- Respete a las personas, las personas tienen sentimientos, orgullos, cargas, y todas deben ser respetadas sin distinción. El líder debe ser un ejemplo, ya que el equipo es el reflejo del líder. Si él no respeta, obviamente no debe esperar respeto a cambio;
3- Valore y apoye el desarrollo personal de su equipo. Si a su lado están los mejores, seguramente usted será aún mejor;
4- Sea honesto y exija total honestidad. Esto solo ocurre cuando los integrantes del equipo confían en su líder, de modo que no se sentirán amenazados al ser honestos, tanto con los buenos resultados como con los malos.
Y, por último, escuche para ser escuchado.
Fonte: Priscila Oliveira – https://jornaldebarretos.com.br/artigos/lideranca-o-liderado-e-o-reflexo-do-seu-lider/